FIGURAS, EDIFICIOS Y UN LIMONERO
A los 18 años pinté algo en la
facultad. Creo que lo pinté sobre papel y después lo pegué sobre un bastidor de
madera. Le construí un marco precario con maderitas robadas del taller de mi
viejo. Se lo regalé a quien después, fue el padre de mis hijos. El cuadro
anduvo rebotando en paredes, techos de roperos, guardillas o incluso lugares
que ni ese nombre merecían. Encontró lugar en su estudio de grabación. Hasta
que nos separamos dramáticamente y apareció abandonado boca arriba sobre la
mesa del jardín. Volvió a ser escondido. Pasó un año. Un día lo saqué. Mi hija lo vio y se asustó.
Creyó que eran fantasmas. En el 2019 lo retomé. Así nomás lo retomé, con una
espátula improvisada con una tarjeta de plástico. Me gustaron las formas. Miré
por la ventana. Vi el limonero. Me robé unos limones. Hoy el cuadro es aceptado
en una pared de mi casa. Aceptado por mis hijos y por mí.
Material: Óleo sobre
creo que papel.
Año: 2003 a 2019
Medidas: 50 x 70cm.
(ancho / alto)